lunes, 18 de julio de 2011

Las Separaciones

Dejó de dar clases al tercer semestre porque le dolía separarse de sus alumnos. Aún tiene un duelo no resuelto con su padre. Tiene miedo de enamorarse, por tener que dejarla o que lo dejen cuando la relación se deteriore. No ha salido de casa de sus padres y tiene miedo por el día que deje de existir su madre.
Y lo peor, según él, es tener que separarse poco a poco de este mundo, de las cosas que quiere, de los amigos a los que no deja de aferrarse, de la tumba de su mascota, de las películas que ha visto y del futuro que no verá.
Le duele partir de este mundo.
Ahí va caminando solo por un callejón en el cual no hay un ser vivo, ni un alma. Suspira al pensar que habrá sido de esas personas que habitaban esas casas ahora abandonadas, ahora en ruinas y sin luces. ¿Dónde está el camión de la basura para que se lleve los recuerdos? La primavera no viene.
Llega a su casa y saluda a su mamá. Ella no le hace caso. Se encierra en su cuarto para no oír lo que ella dice: ¿hasta cuando te irás de mi mente? ¿Hasta cuándo?
Al día siguiente va con el siquiatra a seguir con la terapia. Le oye decir que las separaciones, los duelos, son dolorosos y hay que superarlos.
No se resigna y va a su casa de su ex, a quien ve con otro. Corre por toda la ciudad que le ha dado la espalda, que se ha portado indiferente con él, y él se pregunta hasta cuando dejará de aferrarse a este mundo, a esta vida, que por más que quiere no deja de pensar en que ya no existe.

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